Barajar y dar de nuevo. Eso fue lo que hizo Zaira Nara (23) después de anunciar vía Twitter –y a tan sólo un mes y medio del día señalado– que no iba a casarse con Diego Forlán (32). Hubo polémica y rumores que rozaron el escándalo mediático. Pero el "Angel del 13", como la llaman en los pasillos del canal, supo salir adelante. Decidió irse a vivir sola por primera vez, puso todas las energías en el trabajo y, aunque programó su cabeza y su corazón para no volver a enamorarse por un largo tiempo, la vida tenía otros planes para ella: desde hace tres meses está de novia y muy feliz con el tenista Juan "Pico" Mónaco (27). Y el fin de año llegó como un remanso necesario para encarar un 2012 prometedor.
–Zaira, una de las características que se desprende de tu nombre es "aquella que suele ponerse metas difíciles de alcanzar". ¿Te reconocés así?
–Totalmente. Lo fácil me aburre y siempre trato de ir un poco más allá de lo que está al alcance de mi mano. Tanto en lo laboral como en lo personal, deseo cosas difíciles de lograr. Soy muy autoexigente.
–¿Te gustás cuando te ves?
–Cuando estoy haciendo televisión, nunca me miro. Siento que si estoy muy pendiente de mí, voy a tomar conciencia de lo que estoy haciendo y tal vez eso me haga perder naturalidad… Me gusta ser un poco inconsciente porque eso me permite estar más relajada.
–Fin de año suele ser un buen momento para hacer balances y replanteos…
–No sé si me conviene hacerlos. [Se ríe.] Este fue un año en el que me pasaron muchísimas cosas, ¡de todo! En el primer número de ¡Hola! Argentina salí contando la historia de Romeo y Julieta enamorados, en la casa de Diego [Forlán] en Madrid y si esa nota la hubiéramos hecho en agosto, el panorama habría sido totalmente distinto, un horror. Todo lo malo… Bueno, en realidad no me gusta hablar de lo malo, mejor digamos que fue difícil de sobrellevar, fue algo que tenía que vivir para volver a estar bien y en la sintonía que me encuentro actualmente.
–Además de tu separación, también te fuiste a vivir sola y murió tu perrita Morena.
–Yo siempre dije que iba a dejar la casa de mis papás recién cuando formara mi propia familia, pero en un mes encaré los momentos más traumáticos para cualquier persona: me separé, me mudé y me tocó vivir la muerte de mi perra, que era como mi hija. Me di cuenta de lo fuerte que soy y descubrí que puedo atravesar cualquier tormenta y salir ilesa.
–¿Cómo sanaste tu corazón?
–Me refugié en mi familia y en mis amigas. Me acuerdo de que alguien me recomendó hacer terapia, pero yo sentía que no podía contarle a nadie más lo que todo el tiempo se veía en las revistas y en televisión. El duelo tenía que ser mío y sólo mío. Juro que hubo un momento en que pensé que la tormenta no iba a pasar nunca. Mis representantes, Paul y Willy García Navarro, me decían: "Calmate, en una semana ya nadie se acuerda de lo que pasó". Yo contaba los días y a la semana siguiente seguían hablando de mí…
–De todo lo que se dijo, ¿qué fue lo que más te dolió?
–Que se hablara tanto sin tener ni idea de cómo fueron las cosas y que tomaran partido por uno o por otro. Sabía que eran las reglas del juego y, si yo había hablado cuanto todo era felicidad, era obvio que quisieran saber qué era lo que había pasado.
–Que se hablara tanto sin tener ni idea de cómo fueron las cosas y que tomaran partido por uno o por otro. Sabía que eran las reglas del juego y, si yo había hablado cuanto todo era felicidad, era obvio que quisieran saber qué era lo que había pasado.
–¿Y qué fue lo que pasó realmente?
–Nada del otro mundo, algo que es mucho más normal de lo que algunos creen. ¿Cuántas historias hay de mujeres a las que dejaron plantadas en el altar? Yo, al menos, no llegué a ponerme el vestido de novia.
–Muchos criticaron a tus familiares y hasta los señalaron como culpables.
–Yo sé muy bien cómo es mi familia y a nadie le gusta que hablen mal de la gente que uno ama, pero tarde o temprano, todos iban a darse cuenta de que nada de lo que decían era cierto.
–¿Te arrepentís de haber twitteado "menos mal que no me casé"?
–Nunca imaginé que iba a tener tanta repercusión. Yo ya me había separado y estaba en Pinamar con mis amigas y una de ellas me dijo: "Zai, menos mal que no te casaste". Y yo dije: "Sí, menos mal" y subí eso a mi cuenta de Twitter. No fue pensado, ideado, ni estudiado.
–¿Pero no hubo una segunda intención diciendo "menos mal"?
–No, esas segundas lecturas fueron de los demás, no mías.
–¿Conservás el vestido de novia? ¿O lo cortaste en pedacitos?
–[Carcajadas.] ¿Por qué no voy a guardarlo? No tengo ningún rencor con lo que pasó, y puedo hablar de Diego como de cualquiera de mis otras parejas. Simplemente, con él iba a dar un gran paso que no di. El vestido sólo me recuerda algo que no funcionó. Tal vez, si algún día tuviera una fiesta a la que deba ir de blanco y tenga ganas, me lo termine poniendo. No tengo problemas.
–¿Qué cosas no volverías a repetir con una pareja?
–Me da miedo no poder medir el límite entre la vida pública y la privada. Necesito cuidarme y aprender de lo que me pasó. De todos modos, no me arrepiento de nada, y cuando algo no tiene que funcionar, no funciona.
–¿Pero volverías a dejar tu trabajo por amor?
–Lo más probable es que hoy te diga que no. El trabajo es mi prioridad y no cambio nada por estar con mi familia y en mi país. Yo sé que muchos creen que mi hermana Wanda vive como una princesa porque tiene los mejores zapatos, las mejores carteras y los mejores autos, pero es una vida que no cualquiera se banca. Es muy sacrificado estar lejos de tu familia. Por eso, hoy digo: "Mi vida es mi vida, trabajo de lo que quiero y conduzco mi propio timón". Las mujeres tenemos que tener nuestra independencia y nunca perder la esencia, porque eso es lo que nos vuelve deseables. Cuando le entregás tu esencia a tu pareja, seguramente va a salir a buscar a otra. Hoy estoy mucho más atenta a mí misma, siendo feliz y haciendo feliz a quien está conmigo, pero sin descuidarme.
–¿Qué te pasó cuando viste a la nueva conquista de Diego, Victoria Saravia? El parecido y la comparación con vos se volvieron inevitables.
–Nada. En realidad, uno tiene un estilo y siempre le atrae un tipo de persona. No creo que nadie ande por la vida con un identikit de su ex para encontrar a alguien parecido, ¿no? Bah, a mí no me pasa… Por lo general, el amor me sorprende.
–Alguien puede pensar que vos también repetiste la historia: otro deportista, soltero y codiciado.
–Siempre van a tener algo para opinar. Si me hubiera puesto de novia con un verdulero habrían dicho: "¡Qué raro: antes con un futbolista y ahora con un verdulero!". Yo no salí con una lista de condiciones y busqué entre todos los deportistas del mundo. El amor me sorprendió ¡y mucho!
–Se ve que te gusta estar de novia.
–Me gusta sentirme cuidada y saber que puedo apoyarme en alguien y que ese alguien está cuando lo necesito. Es un cuidado que no puede darte una amiga, una hermana, ni tus padres. Bueno, por ahí, un padre sí… Pero a la noche, mi papá se va a dormir con mi mamá y no da llamarlo para contarle que no estoy bien o que se suspendió una campaña que soñaba hacer.
–¿Qué te enamora de Pico Mónaco?
–No sé… Prefiero no hablar de eso. Lo único que puedo decir es que a su lado encontré mucha tranquilidad.
–Hace un par de semanas usaste tu cuenta de Twitter para defenderlo frente a las críticas que recibió por su actuación en la Copa Davis.
–Es que soy muy impulsiva.
–También subiste una foto de tu nueva perra, Chinita, con una pelota de tenis en la boca.
–Es que yo soy la cara de Dunlop…
–Pero podrías haberle puesto una camiseta en vez de una pelotita.
–No escarmenté. [Risas.] Es muy difícil disimular cuando uno está bien y no gritarlo a los cuatro vientos. ¿Por qué tengo que ocultar algo que me hace feliz?
–¿Creés en el amor para toda la vida?
–Totalmente. Mis padres están casados desde hace veintiocho años y mis abuelos llevan cuarenta y cinco juntos. Ese es un gran modelo a seguir. Cuando una toma la determinación de estar con alguien para toda la vida, tiene que ser una decisión muy pensada. Y yo, más que nadie, por lo que me pasó, puedo decir que hay que pensarlo mucho.
–¿Te gustaría casarte?
–Siempre fui muy Susanita. Y las cosas no cambiaron.
–En 2010, resultaste elegida una de las mujeres más sexies del mundo por la revista británica FHM.
–Me dan un poco de vergüenza esas cosas. Hace poco una amiga me dijo: "Che, Zai, no me dijiste que estabas entre las 50 más sexies del mundo". ¡Y, no! ¿Para qué te voy a contar eso?
–¿O sea que no estás atenta a lo que se dice de vos?
–Obviamente, todo te llega, pero desde un tiempo a esta parte aprendí a resguardarme y no escucho lo que puede decirme cualquiera. Los que me conocen saben que no me interesa entrar en eso. Yo prefiero dar vuelta la página...
–Este año hablaste muchas veces de dar vuelta la página.
–Es una frase que iba justo para mí, y muy necesaria para empezar a escribir otra página en blanco.
–A lo largo de esta entrevista, nombraste mucho a tus amigas.
–Somos siete mejores amigas, dos de la secundaria y cinco que conocí cuando empecé a modelar.
–¿Cómo manejás la competencia con ellas?
–Más allá de que todas empezamos a los 15 y en la misma agencia, cada una tomó rumbos diferentes con su carrera. Crecimos juntas y nos alegramos de lo bien que le va a la otra. La competencia es una energía perdida y no es otra cosa que inseguridad. Estar atento a lo que hacen los demás sólo te lleva a construir fantasmas. No tengo dudas de que la envidia resta y es una mochila que te tira para atrás. Yo siempre prefiero mirar para adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario